“Las nuevas tecnologías permiten a las personas
encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas,
inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran
oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de
conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi “prójimo” en este nuevo
mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en
nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión,
dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo “diferente” al
que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras
decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y
duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no
debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra
vida.
Cuando se intercambian informaciones,
las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus
ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia
también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y
abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de
los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en
las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente
en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y
juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se
hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en
el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia.”
BENEDICTO XVI
PARA LA XLV JORNADA MUNDIAL
DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
5 de junio 2011